Blog de Podoactiva

Miguel Subirá, gerente de Podoactiva, nos cuenta su experiencia en el proyecto solidario “Football is Life”



“Una experiencia extraordinaria”. Estas fueron las primeras palabras que compartía Miguel Subirá, gerente de Podoactiva, con el resto del equipo tras volver de la India, donde ha colaborado con el proyecto Football is Life de Cooperación Internacional ayudando a niños del país en una de las zonas más desfavorecidas. Pero, ¿quién mejor que él mismo para relatarnos su experiencia? Miguel Subirá cuenta en primera persona cómo ha vivido este viaje.

“UNA EXPERIENCIA EXTRAORDINARIA” por Miguel Subirá:

¿Me podrías llevar contigo a España? “. Uno de los cooperantes con los que he compartido dos semanas en Bombay me relataba con una expresión de impotencia y contrariedad lo que le pidió uno de los niños indios el día de la despedida.

Encontrar las palabras para describir la situación de miles de familias en la India es tan difícil como la situación de este niño que, con padres y hermanos, prefiere abandonar a su familia en busca de una vida mejor.

Gracias a la iniciativa de nuestro director general de Podoactiva, Víctor Alfaro, con la publicación de su libro Todo comienza por un paso (Alienta Editorial) destinado al público general sobre consejos de podología y biomecánica, mi mujer y yo tuvimos la oportunidad de conocer a Pedro Herraiz, delegado de Cooperación Internacional en Aragón. Nos animó a conocer de primera mano una de las zonas más pobres de la India, colaborando en su proyecto Football is Life que trata de inculcar los valores del respeto, la voluntad de superación y del trabajo en equipo a través del fútbol. Todos los derechos de autor del libro se destinan a esta fundación y a la ONG Entarachen-Vols.

En pocos días le confirmamos nuestra ilusionada participación y nos unimos a un grupo de 20 chicos de entre 20 y 25 años, junto con Pedro, Daniel, Juande y el sacerdote D. Miguel Ángel. Al final de la estancia, nos visitó el ex jugador de fútbol Raúl Ruiz con su hija para realizar un reportaje sobre el proyecto y quedaron impresionados por la labor y por el marco en el que se desarrollaba.

Tras doce horas de avión, la pasarela de llegada nos presenta el olor característico de Bombay que nos acompañará junto con las bocinas de los coches, la aglomeración constante de gente, la basura, la suciedad, las ratas, los chaparrones, los murciélagos, los taxis, los mosquitos y el picante. Una ciudad sin descanso de 18 millones de habitantes que se esfuerza por crear nuevas infraestructuras pero que olvida mantener las existentes aunque a sus ciudadanos parezca no importarles demasiado. La zona en la que estamos no ofrece aliciente alguno para el turista y allá por donde vamos recibimos miradas teñidas de extrañeza y admiración por ser blancos.

“La zona en la que estamos no ofrece aliciente alguno para el turista y allá por donde vamos recibimos miradas teñidas de extrañeza y admiración por ser blancos”.

Una cárcel de menores, un orfanato, un colegio en el barrio marginal (slum) de Govandi y una improvisada clase en lo más profundo del slum para impartir inglés han sido nuestras prioridades en esta aventura de ayudar. La visita a Dharavi, el slum más poblado del mundo y al hogar de la Madre Teresa disiparon cualquier duda respecto de la situación de este país, dueño de contrastes entre la riqueza y la miseria y generoso en rincones con personas que te regalan una mirada directa al objetivo de la cámara.

Como si hubiéramos tomado prestada una fama que no nos corresponde, tenemos que abrirnos paso entre el gentío de la calle para entrar en los recintos donde cooperamos, chocando los puños con los niños que quieren hacerse una foto con sus héroes occidentales.

Fútbol o inglés ocupan la mayor parte de nuestro cometido con los niños y emprendemos cada día el camino de vuelta con la satisfacción del deber cumplido, compartiendo anécdotas y tratando de guardar en la retina momentos imborrables dando gracias a Dios por la suerte que tenemos.

“Fútbol o inglés ocupan la mayor parte de nuestro cometido con los niños”.

Aunque tuvimos la oportunidad de visitar todos los lugares en los que ayudábamos, me he centrado en dar clases de inglés a niños de entre 3 y 16 años. A pesar de la dificultad que entraña para ellos aprender un alfabeto nuevo y una pronunciación muy distinta, se esfuerzan por encontrar la llave a un futuro mejor y nosotros podemos influir positivamente en ello.

El último día, Krishna, un niño de 14 años, nos invitó a su casa. Nos adentramos en un callejón bajo la sorprendida y divertida mirada de sus vecinos y subimos detrás de él por una empinada escalera metálica que nos llevó a la única estancia de la casa, ocho metros cuadrados en los que sus padres y él conviven sin echar de menos el espacio, un simple colchón u otros lujos. Disponen de una ducha pero el baño es compartido en los bajos del barrio. Nos presenta a su madre y a sus primos y tíos que viven justo debajo y nos piden hacernos fotos con ellos. Nuestros esfuerzos por inspirarles ambición para mejorar su calidad de vida chocan con la elocuencia de nuestro anfitrión que nos dice que la compañía de la familia es la máxima prioridad y aspiración.

Uno de los pilares fundamentales ha sido, sin duda, el apoyo, el cariño y el compañerismo de los cooperantes liderados Pedro, siempre dispuesto a ayudar e incansable en sus ánimos para que esta experiencia tenga pleno sentido tanto para los niños como para nosotros mismos. Hemos tenido el lujo de convivir con un grupo que tiene una enorme fe y que han preferido el riesgo de la dignidad frente a la apatía del conformismo. Con gran sentido del humor y trabajo en equipo, estas excelentes personas y deportistas nos han enseñado que se puede hacer el bien sin perder la sonrisa.

Ver cómo personas en el tercer mundo que no tienen nada son más felices que muchas del primero que lo tienen todo, remueve la conciencia y obliga a replantearse el concepto de lo necesario, lo urgente y lo importante en la vida. En el plano personal, te das cuenta de que ayudar a los demás tiene un efecto multiplicador que revierte en uno mismo, situando el sentido de la vida en el lugar que le corresponde y ponderando en su justa medida el valor de las cosas.

“Ver cómo personas en el tercer mundo que no tienen nada son más felices que muchas del primero que lo tienen todo, remueve la conciencia y obliga a replantearse el concepto de lo necesario, lo urgente y lo importante en la vida”.

Con un bolígrafo que me regaló una de las niñas, un bien que poco podría significar para nosotros pero que lo es todo para ella, termino de escribir estas líneas en el avión de vuelta, confiando en que hayamos podido contribuir a que estos niños, privilegiados entre los más pobres, tengan una vida digna.

Miguel Subirá

Gerente de Podoactiva y voluntario en el proyecto “Football is life” en la India

Artículos Relacionados

Comentarios

Post A Comment